lunes, 6 de enero de 2014

Capítulo 5-. "La cima del mundo" Part.I

 -Casi te paso por encima con el auto. ¿Lo sabes, no? –me reclamó, y su ceño se profundizó dándole un aire gélido, escalofriante. La poca luz de la avenida hacia que, debido a sus largas pestañas, oscuras sombras se formaran bajo sus ojos. Sus ojos… sus seductores ojos color avellana me miraban descaradamente inspeccionándome de arriba abajo. Se me pusieron los pelos de punta.

     ¿Qué será lo atractivo de este hombre, en realidad? ¿Los ojos o su mirada?

-(Tu nombre), ¿estás bien? -esas palabras se repetían con un eco constante en mi cabeza, siendo alargadas cómicamente.

     ¿Debería responderle con la verdad, o la mentira?... ¿Estoy bien? Aparentemente, ni yo misma sabia describir mi estado de ánimo.

-Eeestooy peeedfedtammeenteee. –pestañee, dándome cuenta de la payasada que acababa de decir. Con mucha razón, me largue a reír frente a Kaulitz, tomándome el estomago con las manos para no caerme y perder batalla contra las luces de colores fluorescentes y opacos que se empezaban a arremolinar a mí alrededor. ¡Que me metieran un tiro, joder! ¡Aparte de colocada, esquizofrénica! -¡Pfffffff, jajajajaja! ¡Paaadeezzco uunnn aaalíííen! –y me volví a partir de risa apoyándome esta vez del capó del auto que yacía frente a mi gracias a que casi me mandaba al otro mundo- ¿Dooouundee eshhta mii ooovvni? ¡Quuiiiiiiero voooolaaar en mi ooovvvnnniiii!
-Eeeesstaass coooolooocaadaa. –dijo. Pero, ¿por qué hablaba tan gracioso? ¡La hostia, que Kaulitz también era  un alíen! ¡Qué fuerte! Ah…, no. La alienígena era yo. ¡Flípalo! -¡Hiiiiiijoooo deee puuuuuta, quuuueee tuuuú eeesstaaass cooolocaaada!
     Luego de haber pegado el grito al cielo, se dirigió hacia mí con paso firme y me tomo la cara entre las manos, fijando mi mirada en la suya. El mundo dio vueltas en cuanto hice el pequeño movimiento de alzar la cabeza para mirarlo a la cara y la masa de colores danzantes se movió al son de mis ojos. El me miraba fijamente, transmitiendo pequeñas ondas eléctricas bajo el toque de sus dedos en mi piel.          Sin previo aviso, sentí como me alzaba y me tomaba en brazos. Los colores que ya empezaban a atosigarme me siguieron desde muy cerca y hundí mi cara en el cuello de Kaulitz por puro temor a que terminaran respondiendo a mis insultos.
-Iiiiiiireeeemoooos a miiiii caaaaaaaasa, ¿oooookeeeeyyy? –dijo mientras me metía en el interior del vehículo y me ajustaba al puesto de copiloto con el cinturón que me cruzaba el cuerpo de derecha a izquierda. Asentí lentamente mientras me agarraba fuertemente a la puerta del auto luego de que Thomas la cerrara. Lo seguí con la mirada y pude contemplar como rodeaba el auto y luego ingresaba en él con un movimiento de elegancia natural.
      Luego de encender el auto, pude sentir la alta velocidad de este cuando, al arrancar, me pegó contra el asiento haciéndome incrustar las uñas en la manija de la puerta. 
     Sentía que de un momento a otro saldría volando por el vidrio parabrisas, así que solo me quedó aferrarme a lo que tenía al alcance como un gato asustado.
 -¿Se puede saber qué has ingerido para acabar en el estado en qué te encuentras? –me pregunta con voz ronca, y me doy cuenta de que ya no suena como un robot, alienígena o si acaso un humanoide. ¿Seguiré yo transformada en un alíen?
-Tu voz ya se escucha normal –digo, y me sorprendo a mi misma hablando como comúnmente suelo hacerlo. Incluso, me oigo tranquila y relajada, y eso es raro en una persona colocada.
-Siempre se ha escuchado normal. La tuya es la que se oía robotizada y como la de un “alíen”- dijo, haciendo énfasis en esta última.
-¡Pero sí soy un alíen!
-No, no lo eres. Eres una persona común y corriente: estudias en una universidad, te gusta tirar fotografías… -lo interrumpí-
-¿Y cómo sabes tú que soy una persona común si ni siquiera me conoces? No tienes el derecho de decirlo.
-Claro que te conozco: te llamas (Tu nombre) Novacek, tienes diecisiete años, vas a la UCLA…
-¿Y qué mierda se supone que es la UCLA? –pregunto, frunciendo el ceño en mi desconcierto total.
-Olvídalo –dice-. Solo a mí se me ocurre tratar de razonar con una persona colocada.
-frunzo mas el ceño y mi orgullo sale a la luz- No estoy colocada.
-Sí, si lo estas.
-No, no lo estoy.
-Oh, sí que lo estas.
-¡Que no lo estoy, joder!
-No, no lo estas.
-¡Si lo estoy!
-Si tu lo dices… -dice el con una mortificante naturalidad y una sonrisa cruzándole el rostro. ¡El muy puto me había hecho admitir lo obvio con un puñetero juego de palabras! ¡Maldita sea! ¿Dónde estaba mi orgullo en este momento? ¿Será que lo vomite junto con mi desayuno? La idea me hace arrugar la nariz y agarrar más fuerte la manija.


     Kaulitz vive en la última planta de un edificio (¡GRAN! Edificio) de cuarenta y seis pisos. Su apartamento es grande, y hasta los momentos solo he visto el vestíbulo (Porque es por donde hemos entrado) Y la sala (Porque es donde me encuentro) Cuando entras por el impecable e inmaculadamente blanco pasillo del vestíbulo, de frente te encuentras un espacioso salón rectangular con la pared frente a tus ojos completamente de vidrio (No un ventanal, ¡una pared!) Las paredes de este salón varían en colores de la Escala de Grises; las paredes a los lados del la pared de cristal son de un gris oscuro, mientras la que está frente a este es de un gris mas pálido. El piso es de un impecable mármol blanco púlido, tan blanco y limpio que puedo ver mi reflejo claramente en él. La sala está escasamente amueblada, pero lo suficiente como para saber que quien sea que vive ahí, es el poseedor de mucho dinero; a la derecha del salón se encuentra un moderno juego de muebles geométricamente cuadrados, que al igual que las pared varían en colores de la Escala de Grises pero de tonos más oscuros, y frente a ellos colocado en la pared se encuentra un gigante televisor de plasma, al cual le calculo -como mínimo- unas setenta y nueve pulgadas. En cambio, a la izquierda del salón se encuentra simplemente un brilloso piano solitario de color negro en una esquina frente a la pared de vidrio. Mientras, en el centro de todo el salón se encuentra una gran mesa de caoba oscura, hermosamente decorada con enredaderas plateadas que suben desde las patas hasta el centro de ella, donde yace un gran florero rectangular transparente sin ningún tipo de flor en él. Los demás son cuadros, candelabros y cosas sin importancia.
-¿Puedes dejar de hacer eso? –me espeta, y yo lo miro distraídamente desde uno de los sillones. Se ve tan alto desde aquí...
-¿Qué cosa?
-hace ademanes con las manos indicando mi piernas y brazos, mientras aprieta los labios en una dura línea- Eso. Moverte tanto.
-Es que estoy aburrida. –digo, y me sorprendo a mi misma con mis palabras. Uso de la Razón, ¿dónde estás ahora que te necesito?
-El suspira y pasa una mano por las espesas rastas negras agarradas en su cabeza- Deja y te traigo agua. Estás en tu casa –y eso es lo último que dice antes de desaparecer por una puerta doble de cristal transparente a un lado de la entrada del vestíbulo, donde, aparentemente, queda la cocina.

     No, Kaulitz. No estoy en mi casa.

     Y ese simple pensamiento me deprime.

     Decidida a admirar a través de la pared de vidrio la gloriosa vista de L.A en la noche, a eso de las…, de las…, ¿qué hora será? Me levanto del sofá de un salto e inmediatamente vuelvo a caer de culo en él. Hijo de puta, no me puedo ni mantener de pie. Capaz y muero de acaloramiento esta noche. Me vuelvo a levantar y hago el intento de mantenerme de pie durante más tiempo agarrándome del brazo del sofá. De allí, me lanzo a la pared, de donde me sostengo y, tratando de que los pies no se me enreden, empiezo a caminar pegada de la pared hacia la gran y extensa pared de cristal.
-No te recomendaría que te asomaras por ahí en ése estado. –y, como la primera vez, me sobresalte. A excepción de que esta vez me fui de boca dándome de bruces contra el suelo.
-¡Ahhh! ¡El piso me ha pegado!
-No te ha pegado nada. En cambio tú si le pegaste…, al piso.
-¡Ayúdame antes que el piso me pegue de nuevo, gilipollas!
-¡Que no te pega nada, coño! Venga, arriba.
     Sentí una de sus gruesas rastas haciéndome cosquillas en la nuca cuando él se agacho y me levanto del piso cruzándome un brazo por la cintura.
Y, otra vez, aterricé de culo en el sillón.
-Thomas me tiende el vaso con agua a la vez que frunce el ceño, con mirada fría e indescifrable- ¿Sufres algún tipo de Trastorno Alimenticio?
     Y, si no me había ahogado con el tremendo trago de agua que me metí apenas me tendió el vaso, lo estaba haciendo ahora con esa pregunta.
-Serás imbécil, ¡por supuesto que no!
-Estás muy delgada.
     Oh, eso lo sabía perfectamente. Mi alimentación nunca había sido muy buena, por lo que ahora ya grande, habían incluso veces en las que se me pasaba el comer. Cuando estaba en el instituto, por los pasillos solían correr rumores de que era anoréxica…, también de que era bulímica. Hubo un tiempo en el que me tacharon de perra e inclusive llego a haber rumores sobre que me prostituía. Claro, una virgen que se prostituye. Que irónico.
-… Hay veces en las que se me olvida comer. –dije mientras, ansiosa, empezaba  a mover otra vez las piernas de adelante hacia atrás y de un lado a otro.
-su ceño se profundizo aun más- A nadie se le olvida comer.
-Púes, yo no soy Nadie. Así que a mí sí.
     A través del gran ventanal a la altura en la que nos encontrábamos, se podía ver claramente como la neblina se iba apoderando del cielo, dándole a este un aspecto grisáceo, aclarando opacamente su azul oscuro.
     Por su parte, la tensión también se fue apoderando del ambiente lentamente, hasta hacerse notar tan cortante como el filo de un cuchillo. Cortaba el aire hasta hacerme asfixiar.

     Kaulitz, sin dar a notar su incomodidad, se sentó en uno de los sillones a la vez que tomaba el mando del televisor y se disponía a ver las noticias, haciéndome desaparecer por completo de su mundo perfecto. Si sentía mi mirada en él, era muy buen actor, porque no lo parecía.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Continuará~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

     ¡Hola, señoritas! Mucho tiempo sin vernos, ¿eh? 

     Hace un rato que no me pasaba por aquí ("Un rato" Je, fueron ¿qué? ¿tres meses? ¿cuatro?) En fin, permítanme aclararles el porqué de mi larga ausencia:

     He agarrado estos meses para escribir unos cuantos capítulos y, bueno, intentar no atrasarme en los estudios. (Oh, sí, soy una completa nerd xD) Sinceramente, no podía seguir así; un día un capítulo y a los dos meses el otro. Por lo que me he desconectado durante un tiempo para hacerme más amiga de la escritura.

     También tengo unos nuevos proyectos, pero quiero esperar avanzar un poco más en ésta historia para empezar las otras. A la vez que quiero planificar bien el diseño. Pero, créanme, estos proyectos les van a encantar. 

     Bueno, bueno, ya basta de tanto parloteo. Espero que hayan disfrutado de éste capítulo que, como verán, se divide en dos partes y, bueno, de lo contrario, díganme en los comentarios, ¿sí?

     PD: "Tal vez nos volvamos a ver entre semana;)"

     ¡Au revoir, hermosas! ¡Cuidense y compartan la fic! ¡Nos leemos! ^u^/


3 comentarios:

  1. Que lindo Tom se preocupo pir ella..
    Que casota has describidoo . Me la imagine :D

    Sii Nuri tanto tiempo sin saber de tii.. Lo bueno es que no has dejado la fic ;)

    Espero subas prontoo..
    Cuídatee!!

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  2. Quee pasooo?? Hace años luz que no subes!!

    Porfaa no la dejes.. Siguelaaa prontooo :)
    Yo aqui estare esperandoo *.*

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  3. Nuri gracias por responderme y te he mandado un mensaje espero te halla llegado. Nos estamos leyendo :D

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