Me
removí incomoda en el asiento, pero también agradecía que no me hubiera tocado
algún acompañante.
El
piloto informo a través de los altavoces el aterrizaje, a la vez que
recomendaba que los cinturones fueran abrochados y, si se estaba parado, lo mejor
era volverse a sentar. “¡Bienvenidos a California!”; fue lo último que se le
oyó decir antes de que el avión rebotara en el piso, revolviéndome el estomago.Cuando este dejo de rebotar y girar en la pista de liso pavimento, la azafata permitió la salida de los pasajeros, uno a uno fuimos bajando, recordándome a los indigentes en esas épocas de miserables, en el siglo XIX de la historia de Francia, en el que la ley, la política, la ética, la justicia y la religión eran lo que definían tu forma de vivir; pobreza o riqueza.
Al ir bajando del avión la fila de miserables se fue desarmando, quedando solo unos pocos desconcertados en la punta de la escalera, yo era uno de esos. Trate de ubicar a Hadley con la mirada, o tan siquiera a Adrianne, hasta que las encontré entrando al aeropuerto.
Aparte a una señora con sombrero de en frente y termine de bajar de la escalera. Mientras caminaba hacia la entrada del aeropuerto jalé la capucha de la chaqueta hacia delante, con el objetivo de que esta vez nadie me lograra ver la cara; eso era mi problema.
Entre al aeropuerto y el frió aire me heló los huesos, era mucho mas frió que la propia brisa de las mañanas en Londres. Levante la vista y me pude dar cuenta de que este provenía de un gran aparato eléctrico, un aire acondicionado cuando ni siquiera hacía calor.
-¡(Tu nombre)!, ¡Hey, por aquí! –gritaba alguien. ¿Esa no era la voz de Adrianne?-
Me gire y me encontré a Adrianne haciéndome señas entre unas personas, esta vez era un fila de miserables para comprar Starbucks. Apartando a un señor de enfrente y esquivando a una niña que venia corriendo me pose a un lado de Adrianne, la cual todavía se encontraba fascinada con el lugar. ¡Claro!, tiendas, juegos, chocolates, ¿a que niño no le va a gustar?
-¿Y hadley, Adria? –pregunte, desde que habíamos bajado no la había visto, a excepción de esa vez en la que la vi entrar con Adrianne-
-Esta comprándose un café allí –señalo un puesto de Starbucks- se estaba muriendo de frió
-Váh, tu sabes que ella es muy dramática
-rió- Si, pero estaba hasta temblando. ¡Mírala, alla viene!
Adrianne volvió a señalar el puesto de Starbucks y justo venia llegando Hadley, con dos cafés en mano y arriba de uno de ellos un cupcake. Cuando ya estuvo aquí le entrego el cupcake a Adrianne y a mí un café, quedándose así ella con el otro. Estaba pálida por el frió y las manos le temblaban. Debería tirarle una foto como recuerdo.
-Jo-oder, hace mucho frió –se quejo y tomo un trago de su café- ¿Quién mierda fue el que dijo que California es puro sol y calor? Maldito…-susurro-
-No es para tanto Hadley –dije- Te apuesto a que afuera hace mas calor. Y aparte ya deja de echarle la culpa al pobre tipo; seguramente el dijo eso cuando era verano.
-Pues que se venga en invierno –le dio otro sorbo a su café-
-negué con la cabeza- Hadley, aquí no hay invierno, y si tienes frió es porque estas parada justo debajo del aire.
Hadley alzo la vista y una gota de agua helada le cayó en la frente. Se
puso a mi lado y se termino de beber su café. Adrianne todavía se encontraba
recorriendo el lugar con la mirada, se podía notar claramente que estaba
ansiosa por ver más de California, su avanzada tecnología, sus excéntricos
lugares, sus reconocidos monumentos, sus grandes atracciones, no quería dejar
un solo lugar sin recorrer, lo sabia, pero el tour por la ciudad tenía que
esperar.
-¿Sera que nos podemos ir? Todavía no sabemos siquiera donde vamos a dormir.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Continuara~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
¡Hola hermosas lectoras! ¡Discúlpenme, discúlpenme discúlpenme! Lamentablemente mis problemas no han disminuido como esperaba que sucediera, se podría decir que han aumentado y soy la única consciente de eso:|
En fin, no quiero angustiarlas con mis estupideces y he aquí el ¡Tercer Capitulo! Después de años y años de espera, je._."
Por cierto, también quería informarles que los mas probable es que ¡el Empresario anónimo aparezca en el siguiente capitulo! Si señoritas, así como oyen/leen:3 (?)
Por ultimo ¡una calurosa bienvenida a las nuevas lectoras! Espero y esta trágica historia les sea de su agrado:'3
-Comenten mucho. Se me cuidan. Besos. ¡Au revoir! *u*/
Hadley se dirigió a la zona de recogida del equipaje y se ubico frente a la
cinta negra en movimiento, a esperar que su maleta saliera a la vista para
luego tomarla-
Quede petrificada al instante. Era verdad, no tenía ni idea de dónde íbamos
a hospedarnos. California… ¿habrá hoteles baratos en California? Hay tantas
cosas que no he planificado. Claro que las hay, (Tu nombre) ¿no te das cuentas?
Has arruinado todo lo que Hadley y tú llevan años planeando. Todo por querer
huir de una vez junto a tu cobardía. Mi subconsciente me reprendía sentada en
un sillón, con los brazos a los costados mirándome fríamente, expresándome que
al igual que siempre, la había cagado.
Suspire y fui tras Hadley, con Adrianne tomada de la mano. La pobre niña me
la apretaba tan fuerte, como si de un momento a otro yo fuera a salir
corriendo, dejándola hay parada, alrededor de un montón de personas totalmente
desconocidas, llorando en silencio.
Mientras yo seguía pensando y creando escenas inexistentes en mi cabeza,
Hadley maldecía el hecho de que todavía nuestras maletas no hubieran salido, movía
un pie rápidamente golpeando el piso, y mantenía una de sus manos quieta posada
en su cadera.
-¡Al fin! –exclamo apenas las maletas se vieron salir-
Sin esperar más empezó a bajar las maletas de la larga cinta, una tras otra,
sin importarle el hecho de estar vestida con un pantalón de pijama fucsia y una
camisa con un conejo rosa estampado en ella. Al menos el frió clima
no-artificial de Londres había evitado que saliera sin su gabardina negra.
-Toma –le entrego la maleta rosa de Barbie
a Adrianne y luego se giro hacia mí-...y toma.
Puso la maleta a mis pies y alzo la vista hacia mi.
-Espero no tener que dormir en un parque esta noche, (Tu nombre) Porque
justo unos minutos antes de que me llamaras me encontraba durmiendo
plácidamente en mi cama.
Debido a esa frase dicha por Hadley me vi obligada a tomarme lo que me
quedaba de mi café rápidamente. Que se sintiera afortunada, porque lo que
estaba a punto de hacer no lo hacía por cualquiera.
-¿Te falta mucho, Adria? –pregunte-
Hizo un extraño ruido al terminarse el último trago de su café descafeinado
y corrió hacia una papelera que quedaba a menos de unos trece pasos.
-Listo –dijo cuando volvió-
Mire a Hadley y retire la mirada cuando estuve segura de que había sentido
mis ojos en su espalda.
Apenas estuvimos fuera del aeropuerto, ya me encontraba recordando los fríos
suelos de este, sus paredes blancas, sus locales abiertos, las voces de
personas rebotando en el ambiente. El único contacto que tenía con Londres.
Un auto amarillo con el letrero de “Taxi” se detuvo en frente. Empezaba a
creer que no se había estacionado por nosotras cuando un redondo señor, de tal
vez unos cuarenta años, se bajo, tomo nuestras maletas, las metió en la cajuela
del vehículo, abrió la puerta trasera y nos hizo un ademan con la mano para que
entráramos.
Hice a un lado mi expresión ofendida y entre al vehículo seguida por
Adrianne y Hadley. No cualquier taxista llega, monta tus maletas en el auto, y
te abre la puerta, excepto los que después te encierran en una habitación de
motel, te apuntan con una pistola y luego te violan, roban, y si tienes suerte
no te descuartizan.
-¿Hacia donde van? –pregunto el rechoncho conductor cuando ya estuvo dentro
del auto-
Tal vez tengamos suerte. De igual manera el tipo tiene más estilo de vago
que vive con su mama a que miembro de una mafia internacional.
-Em, ¿conoce algún hotel barato en
el cual nos podamos hospedar? –Pregunte, arriesgándome a que si era miembro de
una mafia fuera de noche al hotel y nos secuestrara para torturarnos-
-Mmm. Conozco uno, pero no sé si tenga las suficientes estrellas.
¿Las suficientes estrellas?
-No se si no se ha dado cuenta, pero no nos encontramos en una situación en
las que las estrellas que tenga un puto hotel sean muy importantes –dije con la
mirada fija en el espejo retrovisor, desde el cual el rechoncho conductor
lograba sostenerme la mirada-
-Pues disculpe si no me había fijado en los golpes que lleva en la cara,
pensé que a las mujeres de hoy en día todavía les quedaba dignidad como para no
andar divulgando que los novios las golpean.
No, el no dijo eso.
-Agradecería mucho que arrancara de una puta vez y se dirigiera al hotel de
mierda que me acaba de decir y cumpliera así su trabajo de taxista –dije,
apretando los dientes- Disculpe si lo ofendí.
Y ahí fue donde sonreí, demostrando demencia.
El arrogante taxista arranco y se dirigió a algún hotel de pocas estrellas.
Ahora sí; si el tipo era miembro de una mafia podía considerarme muerta.
***
Debía admitir que el hotel no estaba nada mal para tener solo tres
estrellas. Constaba de una cama individual y otra matrimonial, las paredes se
encontraban pintadas de un verde suave y del techo guindaba una lámpara de
cuatro luces. El baño se encontraba diseñado en cerámica verde y blanca. En la
pared frente a las camas, se encontraba apoyado un pequeño escritorio hecho en
madera, justo debajo del televisor plasma anticuado.
-Em, no esta tan mal –dijo Hadley- Al menos tiene…camas, ¿no?
-Supongo…Aunque al parecer tendremos que comer comida rápida durante un
buen tiempo –concluí-
-Te dije que debíamos pedir una suite –Hadley arrugo el entrecejo-
-Hadley, ¿cuántas veces te lo tendré que decir? Si nos hospedáramos en una
suite el dinero se nos gastaría muy rápido, ¿o que acaso prefieres recoger
latas en la calle?
Hadley bufo y dejo sus maletas a un lado de la cama individual, se sentó en
la orilla de esta y empezó a jugar con sus dedos.
Adrianne, al contrario, lanzo su maleta al piso y corrió a lanzarse en la
cama matrimonial, con el control remoto del televisor en la mano para empezar a
cambiar los canales en busca del entretenimiento infantil.
Yo solo me quede parada en la puerta, buscando algo con lo que distraerme.
Termine de entrar a la habitación, cerré la puerta dejando mi maleta a un lado
y camine con el objetivo de admirar un cuadro fotografiado que se encontraba
guindado en la pared a la derecha.
Era una total belleza, no lo podía negar. Pareciera que se estuviera
contemplando en persona y no a través de una fotografía. El paisaje de
cataratas rebozado de naturaleza silvestre era una total obra maestra. No
parecía real.
A ver, ¿qué era lo otro que debía hacer? Mierda, no lo recuerdo. Tenía que
ver con la fotografía, eso lo sé ¿pero que era?
-Hadley, ¿qué era lo otro que debíamos hacer al llegar aquí?
-pensó un momento- Ah, ver si nos habían otorgado la beca en la universidad
–se encogió de hombros-
-Dime, por favor, que trajiste tu portátil.
¿Cómo es que esta mujer lograba hacerme rogarle en vez de pedirle?
-Deja el desespero, (Tu nombre) Te saldrán arrugas si sigues así.
-¿A quién cojones le importan las arrugas?
Hadley se
agacho sobre sus rodillas y empezó a abrir su maleta calmadamente, tranquila de
saber que tenía todo el tiempo del mundo para enterarse de si le habían
otorgado una maldita beca de la cual dependía su futuro. Claro, nada de lo que
preocuparse.
-Toma –me
tendió su portátil y se la arrebate de las manos rápidamente- ¡Cuidado se te
cae!
Me senté en
la otra orilla de la cama individual y abrí el portátil con la intención de
ingresar en mi correo primeramente. Busque en mi Bandeja de entrada y fue cuando vi que acababa de recibir un
e-mail. Mi corazón latía desesperado en mi garganta.
Abrí el
correo con solo un pensamiento en mente: el que nos hubieran otorgado la beca.
El correo decía lo siguiente:
Señorita Novacek:
Nos complace informarle que su beca ha sido confirmada.
De los más de mil solicitantes usted y otro 12% han sido aceptados como
becarios universitarios.
La esperamos a su entrevista el día 11 de Diciembre en la
UCLA, piso 2, Oficina Directiva.
¡Felicitaciones, Srta. Novacek!
Universidad de California. (UCLA)
Pude sentir
como mi cabeza empezaba a dar vueltas, todavía recuperándose de la noticia. El
e-mail seguía repitiéndose en mi cabeza en un perfecto orden. Era repetido por
mi estupefacta conciencia tal cual estaba escrito. Con punto y coma.
-Eh, ¿(Tu
nombre)? ¿qué dice el correo?.
Hadley me movió
por un hombro, sacándome de mi trance.
-moví la
cabeza, abstraída por la idea de haber sido aceptada- ¡Me han aceptado, Hadley!
¡me han aceptado!
-¡Oh, joder,
(Tu nombre)! ¡eso es fantástico!
Se levanto
de la cama tan rápidamente que mis reflejos no alcanzaron a detectarla sino
cuando ya la tenía encima, moviéndose eufórica, desbordando alegría, y
aplastando mi vació estomago, el cual ya empezaba a exigir ser alimentado.
-¡Ahora
dame!
Sin tener
piedad por mi estomago Hadley se levanto hincándome el codo en una de mis
costillas y me arrebato el portátil antes de poder tan siquiera negárselo.
Cuando ya se
me había quitado de encima me levante enderezando mi espalda y asome la vista
hacia la pantalla del portátil. Podía oír a Hadley susurrar varias cosas
atrapada por los nervios.
A pesar de
todo, como que si le importaba ser aceptada.
-¡Felicidades,
(Tu nombre)!
Esta vez fue
Adrianne la que se me abalanzo encima, pero con la intención de darme un gran
abrazo, el que acepte gustosa de recibirlo, dejando a un lado el pensamiento de
que este momento era demasiado cursi. Algo así como en las películas cuando la
protagonista queda embarazada y toda la familia se le abalanzan encima abrazándola
y rodeándola de palabras de felicitaciones y esperanzas. Solo que en este caso
Adrianne y Hadley eran mi única familia.
-Oh Dios mío,
oh Dios mío, oh Dios mío ¡Ahhh…!
El grito de
Hadley inundo la habitación, a un ritmo de subidas y bajadas de cuerdas
vocales.
Se levanto
de la cama de un brinco, haciendo así que el portátil de resbalara de sus
rodillas y callera al piso. Empezó a brincar presionando sus puños fuertemente
cerrados contra su pecho, sin dejar de gritar agudamente.
-Con que cuidado se te cae, ¿eh? –dije vacilante
mientras asentía con la cabeza-
-¡Vamos, (Tu
nombre)! ¿A quién mierda le importa una portátil en este momento? ¡Esto es fantástico!
Vamos Adria, baila conmigo.
Tomo a
Adrianne en brazos y empezó a moverse de un lado al otro junto con ella. La
verdad, sentía pena. Una profunda pena de no poder sonreír junto con ellas, de
no poder bailar con pasos inexistentes mientras reímos todas juntas. Por lo
menos, si podía estar segura de que no permitiría que nadie le arruinara este
momento. Al menos yo no.
-¡Me han
aceptado, (Tu nombre)!, ¡¿lo puedes creer?! ¡Dios, porque yo no!
Hadley bajo
a Adrianne de sus brazos y empezó a dar vueltas. Por un momento dude sobre si
estaba sobria, pero luego recordé que no hemos bebido ni consumido desde hace
un par de días. Seguramente debe de ser la excitación del momento.
-Si Hadley,
se nota que te han aceptado –medio sonreí. Que difícil que era hacerlo con un
labio partido- Y, em, ¿qué harás con tu portátil?
-Con sus
restos, querrás decir –miro la portátil a sus pies- Es una pena, me había durado
bastante. Inclusive era rápida. Oh joder, creo que me estoy empezando a
arrepentir.
Arrugo el
entrecejo y miro durante un largo rato
los restos de su EX-portátil, la cual yacía tirada en el piso, abierta boca abajo, con los
restos de vidrio de la pantalla esparcidos a su alrededor.
-Soy una
mala dueña de laptops.
-Em…si.
-Gracias por
subirme el ánimo, Adria –Hadley viro los ojos. Adrianne solo se sonrojo y bajo
la mirada- En fin, ¿quién duerme en la individual? porque yo quiero la grande –sonrió-
Mire a
Adrianne y ella me miro a mi.
-¿Tu con
Hadley y yo en la individual?
-Vale –Adrianne
sonrió asintiendo con la cabeza-
-Bueno, creo
que así quedamos –Hadley llevo las manos a su estomago- Por cierto, ¿alguien
tiene hambre? porque yo sí, mi estomago ruge por sushi.
-Sí, yo también
tengo hambre –ahora fue Adrianne quien llevo las manos a su estomago- aunque no
de sushi exactamente. Pero no importa –se encogió de hombros-
-Bien, entonces,
¿sushi?
-¡Si!
Hadley y
Adrianne se miraron y rieron por el haber coincidido con la misma palabra.
Tome el
libro con los números telefónicos de locales que se encontraba en la mesa de
noche a un lado de la cama individual y busque entre ellos algún restaurant
chino con nombre raro en el cual pudiera asegurar vendieran sushi. ¡Perfecto! Aquí
hay uno.
El teléfono repico
tres veces antes de que alguien con un acento chino ahogado contestara.
-Buenos días,
¿que desea?
Todavía no podía
creer que hubiera restaurantes chinos abiertos a las siete de la mañana listos
para venderles sushi a personas con el estomago vacio. California.
-Hola, em,
llamo para ordenar una bandeja de California roll a domicilio.
-¿Dirección?
Le di la dirección
y demás datos necesarios. Según en aproximadamente veinte minutos tendría una
bandeja de California roll’s en mi puerta. Espero que no sea exactamente “en”
mi puerta.
-¿California
roll, (Tu nombre)? ¿no podías pedir otro? –Hadley me miro posando sus manos en
su cadera-
-¡Es el único
que se! No soy de aprenderme los nombres de los tipos de pescado crudo envuelto
en alga y arroz –fruncí el ceño-
-¡Vamos, Hadley! –Adrianne la jalo de un brazo-
Aparte, ¿quién no ha soñado con comerse unos California roll´s en California?
¡Debe de ser divertido!
Hadley solo
bufo.
Ya había perdido
la cuenta de cuantas veces habíamos nombrado el “California roll”
Luego de
unos minutos alguien toco la puerta. Y, gracias a Dios, un repartidor se
encontraba en ella con una bandeja negra de tamaño regular, y el sushi no se
encontraba en el piso como me había informado el chino al teléfono.
El pelirrojo
a la puerta no dijo ni una palabra. Solo miraba estupefacto mi moreteado
rostro. Todos ya lo han hecho menos yo, la que debe sobrevivir a las miradas más escrutadoras que curiosas de las personas.
-Toma.
Le entregue
una cantidad de dinero sin contar y le arrebate la bandeja de sushi. Maldito,
ya me había hecho recordar la noche pasada, y él porque me encontraba en
California.
Entre
cerrando la puerta a mis espaldas y dejando la bandeja en el escritorio de
madera bajo el televisor entre al baño de cerámicas intercaladas. Le pase
seguro a la puerta y me afinque en la orilla del lavamanos, sin querer despegar
la vista del espejo, de mi rostro.
El chico
tenia la suficiente razón como para haberse asustado y quedado estupefacto, al
igual que la encargada de vuelos en Londres al no disimular. Mi cara parecía la
de una chica luego de un asalto en un callejón oscuro. Y, aunque me cueste
admitirlo, el arrogante taxista en parte tenia la razón, porque yo no había hecho
el mínimo intento por defenderme ante las pesadas manos de Jerad.
Fui
recorriendo con la punta de mis dedos índice y medio los moretones en mi
rostro. Primero el ojo morado…luego fueron bajando hacia la nariz bordeada en
sangre seca…por ultimo hacia los labios, donde varias aberturas se podían apreciar,
ya infectadas y secas.
Me fui
fijando en cada moretón, cada recuerdo de golpes en mi cara, la sangre
desbordada por las fuertes manos de un adicto, el adicto al que un día llame “Papá”,
un adicto por el que un día dado mi vida, y al cual ahora solo le deseaba la
muerte. como
Dentro de mi
mano cerrada en un puño podía sentir las uñas partiéndose, enterrándose en mi
piel. Frente al espejo me pude dar cuenta de cómo finitas líneas provenientes
de mis ojos eran resaltadas por la luz. Las lagrimas habían tardado mucho en
salir.
Mi labio
inferior fue liberado de mis dientes y empezó a temblar, aumentando el llanto.
Mis piernas flaquearon dejando de sostener mi peso y permitiéndome caer al piso
sin delicadeza alguna. Me arrastre hacia la ducha y estirando mi brazo gire la
manilla abriendo así la regadera y liberando el llanto sostenido.
Me adentre
en la ducha, justo bajo el chorro de agua fría y empecé a llorar mas fuerte.
Coloque mis piernas contra mi pecho rodeándolas con mis brazos. Un largo
sollozo escapo de mis labios sin poder evitarlo. Fui hundiendo mi rostro entre
mis rodillas y trate de llorar mas suavemente, no quería que Hadley me escuchara,
mucho menos Adrianne.
Mi pecho se
elevaba de arriba abajo rápidamente, dejándome sin aire. Trate de pensar como él un momento, y que seguramente me estaría
diciendo que me encontraba liberando el llanto sostenido todos estos años. Estaría.
El llanto en
vez de ser disminuido fue aumentado. Fui abriendo mis puños aun apretados y las
uñas partidas cayeron al piso de cerámica empañado en agua. La sangre almacenada
en la palma de mi mano fue disolviéndose junto con el agua, y desapareciendo
por el desagüe. Era entretenido: el ver como la sangre se almacenaba en mi palma para luego ser arrasada junto con el agua. De alguna extraña manera, logre identificarme con ella: yo era la sangre, la cual era jalada por los pies por un pasado aun presente en su memoria y se iba hundiendo poco a poco en la profundidad de las alcantarillas, donde albergan las ratas y los gusanos, las arañas y los desechos.
Con las
manos abiertas me restregué fuertemente el rostro, la nariz, la quijada,
limpiando la asquerosa sangre seca. Podía sentir mi piel arder bajo mi mano, y también
sentirla calentándose. Claramente podía visualizarla poniéndose roja y dejando
alguna irritación debido a la fricción. Total, un poco mas no me deformara mas
el rostro.
El llanto
fue cesando y los sollozos fueron bajados de tono. Trate de calmar mi respiración
y despegue las manos de mi cara. Tomándome de la pared logre levantarme del
suelo y salí de la ducha, con la mirada fija en mis dedos arrugados, o en las
marcas de mis manos.
Me quite la ropa mojada y la fui lanzando al piso. Tome una toalla blanca
que se encontraba guindaba a un lado de la puerta y me seque el rostro. Por
supuesto, esta quedo manchada con un chorreado delineador negro.
Me seque y evitando verme en el espejo, salí del cuarto.
¿Cuántas horas había durado hay dentro? Adrianne y Hadley ya se encontraban
dormidas profundamente, peleándose por la gruesa sabana inconscientemente. Eche un vistazo al reloj electrónico en la mesita de noche y me pude fijar que apenas eran las una de la tarde. De todas formas una buena siesta no le hace mal a nadie.
Abrí mi maleta con cuidado de no hacer ruido y saque lo primero que encontré.
Luego de ponerme mi pijama de short y franelilla, me hundí bajo las suaves pero
algo rugosas sabanas. Un rugido de mi estomago me hizo recordar que a pesar de haber ordenado el sushi, no había comido nada.
-Señorita Novacek, la estaba esperando. Pase adelante –sonrió y pequeñas
pero notables arrugas se formaron alrededor de sus ojos. Se hizo a un lado
dándome el paso- Siéntese, por favor.
La pared se me hacia tan interesante en ese momento, mi vista se perdía en
ella. Claro, en realidad no era la pared lo que captaba mi atención, eran mis
pensamientos los que me hacían fijar la vista en ella. Mis pensamientos,
vagantes en un mar de palabras no dichas, de sucesos inexistentes, de felicidad
perdida. Es impresionante la manera en que la conciencia humana puede variar tu
estado de ánimo.
De repente…justo en esa esquina a un lado de la puerta, logre divisarlo. Su
figura se fue materializando ante mis difuminados ojos, ante mi borrosa mirada
cubierta en lágrimas. Su cuerpo fue tomando forma a medida que mis ojos se iban
cerrando. Su pelo negro alborotado, sus largas piernas, sus brazos sin
ejercitar…Y al final, me sentí quedar dormida, cuando solo faltaban sus ojos
azules por materializarse…lo que más me gustaba de él.
***
-¿Crees que debamos despertarla?
-Por supuesto. Ya ha dormido mucho y en unas horas es la
entrevista. No le conviene llegar tarde.
-…Cierto. Pero se ve que está cansada. Anoche llego muy tarde,
¿no?
-…Si…pero fue decisión de ella el llegar tan tarde
sabiendo lo que le esperaba hoy.
Abrí mis
ojos y las voces susurrantes cesaron. Me senté en la cama con los brazos a mis
costados para mirar fijamente a Hadley y Adrianne, fingiendo que no había
escuchado su conversación en la que me veía involucrada.
-¿Qué hora
es? -pregunte. Algo que si era cierto es que no me convenía llegar tarde a esa
entrevista en la UCLA-
-Hadley
agacho su mirada avergonzada y miro su reloj de muñeca- Once y treinta y seis
–susurro, y me pude dar cuenta que yacía vestida con un suéter de algodón
blanco algo suelto con un 20:20
estampado, unos pantalones de jean y unas deportivas negras-
-Joder, la
entrevista es a las dos –me alarme-
Eche las
sabanas a un lado y me levante rápidamente de la cama con rumbo al baño. En
este me quite la ropa y me metí a la ducha de agua fría. Joder, que si estaba
fría.
Aproveche el
momento de soledad para llevar a mi mente a divagar. Mire mis brazos y recordé
la noche pasada. Sí, me había inyectado heroína en una discoteca pobre de los
barrios bajos, una nueva sensación que guardar internamente.
Recordaba
claramente la jeringa ingresando en mi piel y el líquido recorrerme las venas,
esparciéndose en mi sangre e intoxicándome el cuerpo entero.
Inhale
profundamente recordando la sensación, esa sensación que te nubla la mente sin
darle espacio a los lamentos, volviéndote un aire que pasa alrededor de las
personas sin ser notado.
-¡(Tu
nombre), maldición, apúrate! ¡Llegaremos tarde y esta vez no será por mi culpa!
–Hadley siguió discutiendo sola desde el otro lado de la puerta mientras yo
solo le había contestado con un ajá
apenas audible-
Luego de un
rato salí del baño con una toalla enredada alrededor. Hadley, que se encontraba
sentada en una esquina de la cama matrimonial solo se digno a darme una mirada,
demostrándome que estaba completamente enojada.
Bajo un poco
la vista y pude denotar en sus ojos un poco de asombro. Estaba mirando mis
brazos. Seguí caminando evitando su penetrante mirada, sin inmutarme, y camine
hacia el armario de madera oscura a un lado del escritorio. Abrí el segundo
cajón y saque un suéter de tela gruesa del cual no podía identificar si su
color era negro o azul oscuro. Del cuarto cajón que un pantalón de jean y
agarre mis converses negros a un lado de la cómoda. Una semana exacta nos había
bastado para adaptarnos al estresante ambiente californiano y a la pequeña pero
cómoda habitación de hotel.
Entre de
nuevo al baño, del cual no salí sino
hasta que estuve lista, completamente lista.
Base y polvo
compacto cubriendo los moretones, delineador negro disimulando las ojeras,
labial humectante desapareciendo momentáneamente las grietas en los labios. Qué
asco que es el tener que cubrirse bajo kilos de maquillaje, asfixiarse bajo una
capa de superficialidad tan poco experimentada, tan falsa como el que una
prostituta sea virgen.
Cuando
estuvimos fuera del hotel inmediatamente el sol y el ambiente californiano nos
envolvió en un caluroso abrazo, el cual no era muy bien recibido por mí parte.
Apenas siete días y ya extrañaba el ambiente de Londres, su frió en las
mañanas, su nieve en las aceras y los tejados, su tranquilidad solitaria que te
hacia querer sumergirte en un mundo de pensamientos y no despertar, respirando
el frio aire que emanaba de los arboles sin hojas y libre de contaminación.
Un taxi
–extrañamente negro- se detuvo frente a nosotras en la tan poco llamativa
entrada del hotel. Hadley abrió la puerta por el lado del acompañante y le
pregunto el precio de cuanto era un viaje de aquí a la UCLA. El precio que nos
dijo el elegante conductor fue sin duda alguna considerable, muy moderado. En
efecto la UCLA no debía quedar tan lejos de aquí.
-Aquí es –el conductor detuvo el vehículo ante un gran edificio de
arquitectura victoriana y Hadley le entrego el dinero de precio acordado- Que
tengan buen día -el vehículo se fue alejando a paso rápido de nuestra vista
desapareciendo entre el trafico del día y el humo toxico que emanaba de este-
La UCLA es de un diseño moderado, comparado al de Berkeley y otros lugares
de extravagancia. Sus paredes se encuentran pintadas en un sofisticado color
ladrillo y en sus esquinas suelen verse líneas blancas resaltadas en relieve.
En el frente hay un camino de escaleras hacia la entrada y a los lados hay
parcelas de grama verde y pequeños arbustos de flores silvestres y
sofisticadas. En el techo dos pilares resaltan, haciéndola parecer mas una
iglesia que una universidad.
Mientras subíamos las escaleras empecé a sentir los efectos secundarios de
la heroína, pero logre subir controlando los mareos y los inicios de arcadas en
mi cuerpo. ¿Cuántas horas han pasado desde que me la inyecte? ¿Ocho? ¿Nueve?
Adentro el ambiente era acogedor, no parecía la típica universidad pública,
de eso puedo estar segura. Subimos al segundo piso, tal cual el e-mail que nos
enviaron y caminamos por los largos pasillos guiándonos por las placas en las
puertas hasta que en una de ellas, diferente a las otras por ser dorada, se
podía leer claramente “Oficina Directiva”
Hadley miro su reloj de muñeca para luego mirarme a mí.
-Una y cincuenta y dos, ocho minutos antes de la hora programada –sonrió-
Si quieres ve tu primero, mientras yo me quedare aquí con Adrianne.
-Bien.
Hadley camino con Adrianne hasta unas sillas acolchadas que se encontraban
a unos cuatro metros para luego sentarse. Suspire y volví mi vista a la puerta
de madera oscura, toque tres veces con mis nudillos y al cabo de unos segundo
una mujer de unos treinta años abrió la puerta, estaba vestida formalmente con
chaqueta, falda y camisa blanca debajo. La mujer pelirroja me vio y luego de
saludarme con una falsa sonrisa y un apretón de manos me guió hasta un
escritorio de madera blanca a un lado de otra puerta. El pequeño salón en el
que nos encontrábamos era acogedor pero asfixiante; no había ventanillas por
ningún lado, provocando una aire tan artificial que era rechazado por los
pulmones, sus paredes color marrón reducían el espacio a tal punto de que
sentías la claustrofobia envolverte, y ese olor…en efecto, algún incienso debía
encontrarse encendido ya que en el aire extremadamente artificial también se
podía respirar un fuerte aroma a canela. Unas descontroladas ganas de abrir un
hueco en la pared y lanzarme desde el segundo piso me empezaban a parecer
embriagadoras.
Señorita pelirroja se sentó al otro lado del escritorio y me hizo un ademan
con la mano para que yo también lo hiciera.
-Bien, tu eres (Tu nombre) ¿no? –bajo la mirada hacia las carpetas que se
encontraban abiertas en su escritorio-
-Sí.
-Ok, creo que puedes entrar.
-Vale, gracias.
Me levante y fui hasta la puerta al lado del escritorio. Aun así, la mujer
pelirroja no me dejo de parecer hipócrita. No hizo falta que tocara la puerta
cuando una mujer mayor de unos cuarenta y muchos o cincuenta y pocos ya me
había abierto la puerta.
Hice lo que me pidió en un estado de auto-obediencia y me senté en el
pequeño sofá individual frente a su escritorio tratando de ignorar la
decoración del lugar y concentrándome en cada palabra que dijera.
Camino con su impecable traje siguiendo sus movimientos. Se sentó en la
silla al otro lado del escritorio y apoyo sus codos en este. Me miro y sentí
que sus pequeños ojos marrones trataban de ver más allá de mi apariencia.
-Bien, (Tu nombre), dime, ¿Cómo te
sientes hoy? –¿esto era una entrevista o una consulta psicológica?-
-Pues…bien.
Vale, corta de palabras, así me encontraba.
-Mmm –pensó un momento- Ok, empecemos. Primeramente, he visto tu curriculum
y me he dado cuenta de fuiste una muy buena estudiante, y también de que has
salido con un sobresaliente en arte, música y matemática.
¿Qué se suponía que debía decir a esto? Siempre me habían gustado arte y
música, en cambio matemática, la detestaba, me hacia recordar el trabajo de
Jerad y a la vez estúpidos pero buenos recuerdos de mi niñez, cosa que no me
gustaba. ¿Cómo mierda había logrado pasar matemática? No tenía idea, y mucho
menos de cómo lo había hecho con un sobresaliente. Agobiada como estaba, me
costaba estudiar, pero lo hacía a fuerza bruta, quemándome el cerebro con
tantas palabras y operaciones indescifrables a mi parecer, para al otro día
llegar al instituto, sentarme en un pupitre, y ocultarme en las sombras, donde
pertenecía.
Los recuerdos en el instituto empezaron a invadirme, logrando
hacerme imaginar a los cabezas de mierda a mí alrededor y a las perras oxigenadas
a su lado, señalándome con el dedo. Sacudí la cabeza eliminando esos
pensamientos de mi mente antes de que cambiaran de rumbo, hacia el callejón más
oscuro, y me concentre en las palabras que seguían saliendo de la boca de la
mujer de la que dependía mi estancia en la universidad y de la cual no había descifrado
una sola frase.
Era hora de escuchar y dejar a un lado mis pensamientos. No me cagaras esta
entrevista, jodida subconsciente.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Continuara~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
¡Hola hermosas lectoras! ¡Discúlpenme, discúlpenme discúlpenme! Lamentablemente mis problemas no han disminuido como esperaba que sucediera, se podría decir que han aumentado y soy la única consciente de eso:|
En fin, no quiero angustiarlas con mis estupideces y he aquí el ¡Tercer Capitulo! Después de años y años de espera, je._."
Por cierto, también quería informarles que los mas probable es que ¡el Empresario anónimo aparezca en el siguiente capitulo! Si señoritas, así como oyen/leen:3 (?)
Por ultimo ¡una calurosa bienvenida a las nuevas lectoras! Espero y esta trágica historia les sea de su agrado:'3
-Comenten mucho. Se me cuidan. Besos. ¡Au revoir! *u*/